Sensacionalismo mediático y responsabilidades políticas
Manuel Lobos Infante
Director Ejecutivo
Fundación Balmaceda

Todos quienes estudiamos el tema sabemos la importancia e influencia que tienen los medios de comunicación a la hora de formar opinión pública.
Los medios, particularmente la televisión, con su agenda del día, guían nuestros intereses hacia determinados temas a los que dan considerable importancia aunque para nosotros carezcan de ella.

El alto grado de influencia que han alcanzado los medios de comunicación en las
sociedades contemporáneas ha transformado la manera de hacer política y
particularmente cómo algunos políticos, de un día para otro alcanzan notables niveles de reconocimiento, según lo registran las encuestas.

El sensacionalismo en la mayoría de los casos es una herramienta archi explotada por los medios, también la sobreexposición mediática en situaciones críticas ya sean tragedias o hechos de impacto social son un espacio muy valorado y en el último tiempo un instrumento útil para hacer carrera en política.

En nuestro país en los últimos años no hemos estado ajenos a toda esta parafernalia mediática, la que ha demostrado con hechos que si sabes manejarla lograrás buenos dividendos.

La clase política chilena adhiere al uso constante de esta parafernalia mediática. Si escarbamos en la historia de los candidatos a la presidencia y que finalmente alcanzaron el sillón presidencial no cabe duda.

Algo de historia mediática.

“El dedo de Lagos” 25 de abril del año 1988, en el programa “De cara al País” Lagos desafía a Pinochet apuntándolo con el dedo. Dedo sentenciador que terminó catapultándolo como el presidenciable que finalmente el año 2000, lo lleva a ocupar el cargo de presidente de la República.

El “fenómeno Bachelet” el año 2002, la imagen de la ex presidenta arriba de un tanque
Mowag del Ejercito inspeccionando las labores de rescate en una inundación en Santiago,
como primera mujer a cargo de un Ministerio de Defensa. Ese hecho principió el ascenso
que la llevó a la Moneda el año 2006.
Actualmente si de presidenciables se habla podemos identificar en la oposición a la ex presidenta Bachelet y su ex ministro de Hacienda quien mas que simpatizantes dentro de la coalición tiene detractores.

Algo distinto sucede en el oficialismo, desde el octavo mes de gobierno vienen surgiendo candidatos, pero sólo algunos han pasado la prueba de las encuestas que le dan un respaldo reconocible.

Hace pocos días la encuesta Adimark nos confirmó el alza del ministro de Defensa
alcanzando un 78% como ministro mejor evaluado lo que lo catapulta y prácticamente
instala como presidenciable para el 2013, algo parecido ocurre con el ministro de Minería
que hace rato tiene una alta aprobación 72 %, lo mejor del gabinete de Piñera, y que los muestran como aspirantes presidenciables.
Estos números a nadie debiera sorprender en esta sociedad donde las encuestas marcan la pauta de quienes nos gobiernan, lo que si debiera resultar preocupante es explicarse cuál es la razón del alza en las encuestas y su ubicación como los mejores del ranking.
Si revisamos el último año en la historia de la parafernalia mediática no daremos cuenta que los hechos que catapultaron a los presidenciable oficialistas son nada menos que situaciones catastróficas, hechos tristemente célebres cargados de sensacionalismo y
sobreexposición, hechos que en rigor en nada debieran orgullecer a sus protagonistas ni al gobierno. Estamos hablando nada menos que el desastre minero conocido como el “rescate de los 33” y la “tragedia de Juan Fernández” .

La popularidad de los dos titulares de las carteras involucradas en cada una de esos hechos, se dispara a partir de desgracias en donde el sensacionalismo de los medios es fundamental.

El accidente de la mina San José, fue una tragedia, que afortunadamente terminó con el rescate sanos y salvo de los mineros atrapados bajo 700 metros de roca durante 70 días.

Una mina que ya registraba accidentes, que se había clausurado y posteriormente se reabrió registrando otros accidentes de gravedad.
En rigor, lo que aquí debiera importar es que si hubiese un buen funcionamiento de los agencias del estado, una fiscalización debida por parte del Ministerio de Minería, nada de eso habría pasado y el estado no habría incurrido en un gasto enorme para el rescate. Sin ir mas lejos, de acuerdo a denuncias conocidas, aún siguen funcionando instalaciones
mineras sin fiscalización y exponiendo la vida de aquellos que se ganan la vida como mineros.

El caso de “los 33” fue un problema grave, pero nadie asumió responsabilidades políticas y por el contrario, ese lamentable hecho, negligencia de por medio, encumbró al titular de esa cartera como posible presidente de la república.
Algo muy similar ocurre con la cartera de Defensa. La desgracia de “Juan Fernández” que significó la muerte de 21 personas que viajaban en un avión bajo instrucción de la Fuerza Aérea de Chile, institución que depende del Ministerio de Defensa, y que más tarde nos sorprende al enterarnos, que en los futuros vuelos exigirían a los pasajeros firmar un documento que “exculpa a la institución” en caso de siniestro. Y que tanto periodistas
como el propio presidente de la República debieron firmar en un viaje al Bio Bio. En el documento “compromiso de vuelo” que se había elaborado luego de la tragedia del avión Casa 212 en el Archipiélago Juan Fernández, el cual establecía que “libero a la Fuerza Aérea de toda responsabilidad ante la ocurrencia de un accidente”.

Esa lamentable situación tomó un cariz más polémico aùn tras el fatal accidente de un funcionario que fue golpeado por la hélice de un avión en la misma zona y bajo las narices del Ministro de Defensa.
El sensacionalismo que rodeo el fatal hecho de Juan Fernández, 21 personas muertas, hizo que todo el mundo pasara por alto las responsabilidades políticas de tan graves accidentes, sin embargo, el titular de esa cartera, lejos esta de asumir responsabilidades y por el contrario, el resultado de esa tragedia le genero dividendos políticos que hoy lo
ubican como presidenciable.
Algo indica que las cosas están tomando un camino equivocado en nuestra sociedad, con esta lógica sensacionalista de los medios, de las encuestas y la opinión pública, lo más probable es que mañana un ministro conservador termine legitimando una “ley Anti tomas” que sataniza una de las pocas opciones que tiene el ciudadano para influir a la autoridad.
El sensacionalismo de los medios en las manifestaciones estudiantiles versus la imagen de un ministro redentor y mesiánico que nos viene a salvar del caos, es un hecho que de acuerdo a la lógica mediática, muy probablemente más tarde termine, como resultado de las encuestas, instalando a quien se autodefine como autor de la “nueva derecha” siendo
uno más de los que entran en la carrera presidencial.