Cartas y exilio| hermanos de Balmaceda

El mal pasar de la familia Balmaceda post Guerra Civil

A continuación, presentamos la transcripción de un extracto del libro “Del presente y del pasado” (1941) del señor Eduardo Balmaceda Valdés, sobrino del presidente mártir, disponible en el capítulo IV titulado “Una página mas para la historia de la revolución de 1891” (Paginas 285-288). 

 Me parece oportuno reproducir, como apéndice de este capítulo, algunos párrafos de una correspondencia de don J. Daniel Balmaceda, existente en el archivo de don Raúl Marín B., dirigida a sus hermanos desde el extranjero, que dará alguna idea de la situación en que ellos se hallaron después del desastre de Placilla. D. J. Daniel, que estaba en esta batalla, fue el primero de la familia que logró huir, embarcándose en Valparaíso junto con los jefes balmacedistas, inmediatamente después de la derrota.

 

Extractos

Desde Lima en octubre 17 de 1891- A don José Elías Balmaceda

– He recibido tu carta y la copia de la que nos dejó José Manuel. (Despedida a sus hermanos). ¡Cuánto te lo he agradecido y cuánta ha sido la impresión de dolor que he sufrido! Como varias veces antes te lo había manifestado, no me extrañan los sucesos ocurridos después de la batalla de Placilla; los saqueos, conjuntamente con las persecuciones, era obra necesaria dentro de la índole de los vencedores y especulación natural para la causa que sustentaban, haciendo que el pueblo se desbordase, sancionando con los hechos un mentido odio popular contra el Gobierno y sus hombres. Así, no dudé jamás del fin que habría de tener José Manuel; pasé horas muy amargas pensando que un arranque suyo lo hubiera colocado en manos de aquellos hombres. Los hechos posteriores me han manifestado lo que habría sucedido, produciéndose, como era natural, el conjunto de vejámenes y de horrores que habrían perpetrado en su persona, turbas beodas, excitadas para el objeto, si conocidos por él los hechos, no le hubieran determinado a poner fin por sí mismo a su existencia. ¡Cuando ello lo supe, descansé! Creo que con aquel acto dio una última prueba de civismo, ahorrando a las páginas de la Historia de Chile uno de esos acontecimientos que la avergüenzan y envilecen. Mariano, mi cuñado, a quien no me canso de insistir en que obre y vigile mis intereses, me dice: «Los dos fundos fueron saqueados, y no quedan sino las murallas y ni una pata de ganado, por turbas armadas que pasaron de 500″. La falta absoluta de criterio moral acabó por completo con la hidalguía española que constituyó nuestra raza; hoy como mañana, me temo será sólo un país de bandoleros. Los ejemplos no pueden ser más edificantes. Supe por Mariano que mi madre vendió su casa en cien mil pesos, lo que he celebrado vivamente; deseo que salga del país y realice sus intereses; allí no tendrá sino amarguras.»

Desde Lima, en octubre del 91 - A don José María y a don Rafael Balmaceda

El matar a Canto y la gran conspiración, para mí y para todo el mundo acá, es una farsa para dar margen a que el Congreso dé forma de Gobierno permanente a la Junta, acordándole facultades dictatoriales y que dé ley de confiscación de nuestros bienes. Yo le indico a mi madre que ahorre cuanto pueda y que venda también el fundo y la casa de Viña del Mar y junte todos esos fondos, pues pienso que la cuelen a ella en la confiscación; temen que junte fondos para dar una contrarrevolución o ejercitar venganzas con sus bienes. Quieren aniquilarnos y concluir con nosotros; no se equivoquen y obren bajo esta base, con prontitud y prudencia. Váyanse, si pueden salir de allí; esto es hacedero mandando una persona de confianza a Zapallar para que en un vaporcito que hay ahí, o si no en Valparaíso mismo puedan embarcarse; hay que hablar con los mecánicos en los vapores, que son los mejores para este asunto, o si no se embarcan en el «Baltimore», donde podrán pasar bien, sin zozobras y tal vez pudiera llevarlos al Estrecho y trasbordarlos a un vapor de la carrera. Tengo seguridad que Egan (Ministro de Estados Unidos) lo proporcionará con facilidad, sobre todo, si pudieran juntar algunos cinco mil pesos oro que le dieran para la tripulación y gastos de carbón. Así podrían salir y aun mamá embarcarse en seguida, y tengo la certeza que los yankees la atenderían divinamente y los llevarían a todos al otro lado del Estrecho y en combinación con el vapor de la carrera llegarían tranquilos a Buenos Aires. Venirse al Perú, es venirse a morir en el aislamiento y la tristeza más atroz; nosotros estamos atados a este país que hace gala de cerrarnos sus puertos y mirarnos como a enemigos en guerra. No se imaginarán cómo nos pelan los extranjeros; nos tratan de país de caníbales, que nos comemos los unos a los otros con una Junta absolutamente inquisitorial y todos bandoleros y chacales.!… Cuando he sabido lo que pasa y ha pasado, me he formado la convicción de que no hay posibilidad de tranquilidad y paz. La salvaje persecución llevada a cabo con tanta crueldad sobre los vencidos y desarmados, no puede menos que atraer venganzas y represalias, ya aisladas, ya conjuntamente y que constituirán un estado de inseguridad completa en el porvenir. Uds. podrán imaginar las angustias y sufrimientos que he pasado y sigo pasando; no habrá paz en mi espíritu hasta que todos hayan salido del país. Espero, en poco tiempo, nos habremos de reunir, y si la situación de mi madre me tiene tan intranquilo, confío que Dios le ha de dar salud y vida y fuerzas para soportar la tormenta y pasar tranquila, siquiera, sus últimos años.

Desde Lima - A don J. Elías Balmaceda

Te pido me hagas un gran favor; motivo de gratitud para el Sr. P. Echeverria, colombiano. Nos ha servido y todavía ha hecho publicaciones a nuestro favor; le he prometido la Historia de Chile y lo que se relaciona con la política de las tres últimas administraciones; espero me hagas el servicio de enviárselas y también alguna carta autógrafa de José Manuel. En la América del Sur será muy leído lo que escriba; es un literato y político muy distinguido. No hemos querido hacer publicaciones acá, en esta tierra enemiga de los chilenos; no tendría más eco que la ocasión de denigrarnos y de gozarse en nuestros fatales acontecimientos

Desde Buenos Aires, Setiembre del 1892 - A don J. Elías Balmaceda

Únicamente pasamos preocupados siguiendo los acontecimientos de nuestra querida y tan azotada patria. No hemos dejado artículo, acusación ni nada que no hayamos contestado. Claudio Vicuña, con un carácter, con una paciencia y con un tesón inquebrantable. mueve acá y en todo sentido las filas del partido y sus hombres y llevando a todos aliento y valor para que se pongan frente a frente de la situación que nuestros enemigos nos deparan, y luchar así con toda la energía que tanto necesitamos. Manuel Arístides ha caído (Zañartu), grande falta nos hace, pero esto mismo nos obliga a tomar mayores brios y aumentar nuestros esfuerzos. Sabemos que sus funerales han sido una magnífica manifestación que alienta más y más al partido. Claudio te envía a decir que tiene fe en tu patriotismo; que hombres honrados, inteligentes, ricos y solteros, como tú, deben ligar su nombre a los salvadores de una patria que envilecen una turba-multa de mercaderes políticos. Que salgas de tu retiro; que sacudas tu indiferencia y que te lances de lleno a la acción de la reivindicación de nuestros nombres y de nuestra patria, agobiada por la anarquía, por el desconcierto en el interior y por la malquerencia en el exterior. Yo adivino ya, pues no se siembra abrojos para cosechar buena mies que los hombres sensatos y que no viven pegados a las ubres de la vaca del Estado, y el pueblo entero, principian a execrar la revolución y sus autores. ¡Cuidado! Que ya también ese león hambriento que se llama pueblo, sacude su melena y atisba el momento del asalto. Cuando los países llegan a una crisis como la que atraviesa el nuestro, cuando toda sensatez, todo patriotismo y toda moralidad política ha desaparecido, es necesaria la liquidación y amputar todos los miembros podridos del cuerpo del Estado, y la patria se salva. Aunque en ello nos vaya la vida. Si hay desmoralización y anarquía, que cunda y más cunda, que del exceso del desorden, y ya que atrás no se puede volver, vendrá la purificación.

Desde Buenos Aires, en Noviembre del 1892 - A don J. Elías Balmaceda

Cuando más tranquilos estábamos, esperando que la lucha iniciada con tanta violencia entre conservadores y liberales de Gobierno hubiese dado de mano a los procesos y persecuciones seguidas contra las personas del partido caído, ¡zas!, que nos llega la singular noticia que se había delatado y descubierto una gran conspiración que tenía y no tenía su apoyo en el Ejército y que era obra exclusiva de los dictatoriales para saquear, robar e incendiar Santiago, y que se habían hecho innumerables prisioneros y allanamientos de domicilios, etc. Por cartas recibidas de ésa, sabíamos que los conservadores, especialmente Walker, movían todos los resortes que llegaban a sus manos para hacer creer al Gobierno y los liberales, que se conspiraba y podían ser víctimas de una asonada dictatorial y que el plan conservador era exterminar a los liberales caídos en la prosecución de los procesos para desterrarlos y acabar con sus bienes, influencias, etc., y en seguida irse de frente contra los liberales que actúan en el Gobierno, que serían fácil presa para ellos, una vez destruidos nosotros. Trinidad me escribe con fecha 19 de noviembre y me dice que esa era la opinión de Mariano Sánchez Fontecilla y de don Ramón Donoso Vergara, que la habían visitado en esos días. Que los liberales iban comprendiendo la táctica conservadora y que depondrían sus odios que sólo los llevarían a perderse para siempre, una vez triunfados los conservadores en el Congreso. Hay aquí un teniente coronel San Martín, que tiene un diario de avisos y una linterna mágica para anuncios, quien dicen echó a correr la sensacional noticia de que una conspiración había estallado en Santiago y que tendría por consecuencia la muerte del Presidente Montt y sus Ministros. Los diarios de acá tomaron este canard; especulan con él y San Martin hace su negocio publicando a la yankee avisos de remedios para resucitar muertos y que habrían sido pedidos por los amigos de aquel Gobierno para resucitar a Montt y al Ministerio, como igualmente composiciones para pegar vidrios, lozas y cabezas cortadas y que habían dado resultados sorprendentes en Santiago, pegando las cabezas del Presidente y sus Ministros, que les habían sido cortadas. ¿Qué tal? Pues, quien se lo habría de imaginar!… Fue esto motivo para que Walker y su brazo derecho Lopetegui, hallasen la terrible conspiración. Más aún: dice «El Heraldo» que Claudio Vicuña había llegado hasta Punta de Vacas para esperar el resultado, que, siendo feliz, le llevaría a sentarse en el solio real. El pobre Claudio, presa de una fuerte influenza que le atacó el estómago, ha estado más de quince días en cama y sin poder salir de su casa últimamente; por consejo del médico salió al campo y tuvo que volverse al día siguiente, mal de nuevo; ahora está bastante mejor. En fin y en una sola palabra, nuestro único propósito ha sido sustentar y aunar el partido y que gestione sus intereses y su defensa; de esto nos ocupamos constantemente y a nadie se le ha ocurrido, hasta ahora, hacer revolución, y menos, dados los sentimientos de dignidad y patriotismo de los directores, preparar una asonada de anarquistas o de comunistas.

Reseñas biográficas

José María Balmaceda Fernández (1846 - 1899)

Nació en Santiago, el 20 de agosto de 1846. Hijo de Manuel José Balmaceda Ballesteros y Encarnación Fernández Salas.

Se casó con Amelia Saavedra Rivera y tuvieron dos hijos, Manuel José y Carlos.

Estudió en el Colegio de los Sagrados Corazones, en el Seminario de Santiago e Instituto Nacional.

Se dedicó a la agricultura y a la política, donde integró como miembro activo, el Partido Liberal Democrático. Fue director de su partido en 1897.

Por primera vez a la Cámara de Diputados, en el año 1882, periodo 1882-1885 por Mulchén, como diputado propietario (Suplente fue Rafael Campino).
Reelecto para el periodo 1885-1888, en este periodo perteneció a la Comisión de Educación y Beneficencia. Nuevamente reelecto como diputado propietario, por el perido 1888-1891, integró la Comisión de Guerra y Marina.
Elegido senador para el Congreso Constituyente de 1891, por Malleco, integró la Comisión de Educación y Beneficencia.
Senador por Cautín, periodo 1891-1897. (se incorporó al Senado, prestando el juramento de estilo, el 4 de junio de 1894).
Nuevamente al Senado, por el periodo 1894-1900, por Cautín. Falleció en mayo de 1899. (En su lugar fue electo Federico Varela, que se incorporó al Senado el 3 de agosto de 1899. La aprobación de sus poderes que dió lugar a un largo debate no llegó a realizarse, y al año siguiente, por haber perdido su oportunidad, fueron archivados los antecedentes).

Triunfante la revolución de 1891 contribuyó a la organización del partido Liberal Democrático y trabajó por la rehabilitación histórica de su ilustre hermano.

Dejó de existir en Melipilla, el 9 de mayo de 1899, sin terminar su periodo parlamentario.

Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional Chile

José Elías Balmaceda Fernández (1849 - 1917)

Nació en Santiago, en el año 1849. Hijo de Manuel José Balmaceda Ballesteros y Encarnación Fernández Salas. No se casó.

Se educó en el Colegio Inglés de Valparaíso, y se dedicó enseguida a los estudios serios y labores agrícolas.

Se inció, siendo muy joven en la carrera pública, como diputado por el departamento de Casablanca, periodo 1876-1879.

Fue senador por varios periodos: por Tarapacá primero, en los periodos 1897-1903, 1903-1909 y después por la provincia de Ñuble, 1909-1915. La personalidad del senador por Ñuble, se acentuó por su integridad en muchos años de vida parlamentaria. Fue uno de los hombres públicos prestigiosos del Partido Liberal Democrático y miembro de una familia de eminentes servidores de la Nación.

En 1909 ocupó la presidencia del Senado, distinguiéndose en la dirección de los debates de ese alto cuerpo legislativo. Fue convencido propagandista de la nacionalización del salitre, un defensor de las prerrogativas constitucionales del Presidente de la República y un economista de versación y de patrióticos anhelos por el mejoramiento económico del país.

La Provincia de Tarapacá le debió el estudio concienzudo de sus intereses y su defensa en el Senado. La destrucción del monopolio del agua potable de Iquique se debió a él, escudriñando los archivos y exhibiendo a los ojos del país en un libro y con sus discursos en el Senado, los secretos de ese monopolio.

Agricultor instruido y progresista, labró su fortuna en la explotación de sus valiosas haciendas.

Como parlamentario, fueron muchas las cuestiones de diverso género que dilucidó con criterio propio y erudición. A veces sus ideas iban contra la corriente general, no siempre instruida y justiciera, y el tiempo y los sucesos confirmaban la exactitud de sus juicios.

Combatió el proyecto Krauss de dársenas en Valparaíso, sostuvo la necesidad de estudiar antes, como obra primordial, la construcción de un gran rompe-olas que abrigara las dársenas; y combatió como un error técnico capital, que se construyera un puerto sin ante-puertos. Estas ideas fueron corroboradas más tarde por los proyectos del especialista ingeniero señor Scott y del eminente ingeniero constructor del Puerto de Montevideo, Mr. Guérad, que apreciaron el problema del mismo modo. Muy interiorizado en todos los asuntos de las provincias del norte, cuyos problemas abarcó completamente, combatió el monopolio ferrocarrilero de Antofagasta que se levantaba como un peligro para la industria salitrera y defendió siempre en el Senado todo lo que se refería al bienestar de esta industria y al progreso material de esas provincias.

En las discusiones sobre asuntos navales y especialmente en la que originó las reparaciones del «Capitán Prat», reveló un estudio concienzudo de lo que afectaba tan gravemente al interés del país en la rehabilitación de esa nave, que era la primera de combate para la defensa nacional.

Como representante de Tarapacá combatió la construcción del ferrocarril de Arica a la Paz por estimar que no pagaría la garantía, que no sería factor de la chilenización de Tacna y Arica y que no favorecería eficazmente el comercio con Bolivia. En cambio sostuvo con vigor la construcción del ferrocarril de Iquique a Oruro con gran acopio de datos y conocimientos como el único que consultaba los intereses del país.

De igual forma combatió el Tratado de Paz con Bolivia, que despojaba a Chile de la rica e inmensa región boratera y minera de Tarapacá, cambiando los límites bien definidos y tradicionales.

Aunque, como liberal democrático profesó en doctrina las ideas de su partido, sustentó las del respeto a las fuerzas y legítimas prerrogativas constitucionales del Parlamento.

Como hombre de partido, fue consecuente con sus ideas, sin perder su independencia de caracter.

Sirvió con desprendimiento a su partido y a sus correligionarios.

Dejó de existir, el año 1917.

Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional Chile

José Rafael Balmaceda Fernández (1850- 1911)

Nació en Renca, provincia de Santiago, el 23 de agosto de 1850. Fueron sus padres Manuel José Balmaceda Ballesteros y Encarnación Fernández Salas.

Se casó con Ana Bello Codesido y tuvieron 7 hijos.

Cursó humanidades en el Instituto Nacional y completó sus estudios en Europa, en la Universidad de Bélgica, donde obtuvo, en 1874 el grado de Doctor en Ciencias Políticas y Administrativas.

Después de la revolución de 1891 se consagró por entero a la política. Fue miembro del partido Liberal y posteriormente Liberal Democrático. Se dedicó a la reconstrucción del Partido Liberal Democrático y a servir los intereses públicos como parlamentario, como escritor y como ministro de Estado.

Fue diputado propietario por Angol, periodo 1888-1891 (suplente Marcelo Somarriva Undurraga); integró la Comisión de Gobierno y Relaciones Exteriores.
Diputado en el Congreso Constituyente de 1891, por Concepción y Talcahuano, continuó en la Comisión de Gobierno y Relaciones Exteriores.
Periodo 1894-1897, diputado por La Serena, Elqui y Coquimbo, integró la Comisión de Educación y Beneficencia; reelecto por el periodo 1897-1900, integró la Comisión de Relaciones Exteriores.
Fue electo senador por Coquimbo, periodo 1909-1915 y fue miembro de la Comisión de Gobierno; murió en el ejercicio de su cargo, en agosto de 1911.

Su casa fue saqueada a la caída de Balmaceda. Desterrado después del triunfo de Placilla, publicó en Buenos Aires, con el pseudónimo de «Nemo», un folleto titulado «La revolución y la condenación del Ministerio Vicuña», en que condenaba los procedimientos de los políticos revolucionarios. Publicó otros folletos: «Páginas de historia» y «La muerte de Balmaceda».

Volvió al país, continuó en política hasta su muerte.

Fue también ministro:
de Justicia e Instrucción Pública, el 19 noviembre 1901, ministerio de cayó en mayo de 1902; Ministerio del Interior, 18 marzo 1905-1o.agosto 1905; Ministerio de Relaciones, 29 agosto 1908-enero 1909; 22 enero 1909-15 jun.1909.

El 2 de julio de 1902 firmó el Decreto que creó en Santiago, en Recoleta, el Liceo de Niñas No.4, que en 1919 fue bautizado con el nombre de Paula Jara Quemada.

Dejó de existir en Santiago, el 7 de agosto de 1911.

 

Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional Chile

José Daniel Balmaceda Fernández (1861 - 1905)

Nació en el año 1861. Sus padres fueron Manuel José Balmaceda Ballesteros y Encarnación Fernández Salas.

Se casó con Trinidad Fontecilla Sánchez y tuvieron 11 hijos.

Estudió en el Colegio de los Sagrados Corazones de Santiago, desde 1964. Posteriormente se dedicó a la Agricultura.

Fue muy generoso y desprendido. Figuraba entre los que proporcionaban más fondos para los gastos internos de su partido, el Liberal Democrático, o para hacer triunfar alguna candidatura.
También formó parte del directorio general de su partido.

Fue diputado por primera vez en el Congreso Constituyente de 1891, por Elqui;
integró la Comisión de Elecciones, Calificadora de Peticiones.
Fue electo diputado nuevamente, por Llanquihue, Carelmapu y Osorno, periodo 1897-1900; integró la Comisión de Negocios Eclesiásticos.
En el periodo 1903-1906, fue reelecto diputado por Tarapacá y Pisagua; integró la Comisión de Relaciones Exteriores.

Dejó de existir en Colina, el 6 de diciembre de 1905, antes de terminar su periodo como diputado.

 

Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional Chile