EL MERCURIO
Santiago, miércoles 12 de octubre de 1949
Transcripcción
EL MERCURIO
Santiago, miércoles 12 de octubre de 1949.
HOMENAJE A BALMACEDA
Suceso de sencilla y elocuente justificación es el que, a través de los años ha venido operándose en torno a la figura histórica del Presidente Balmaceda. El estadista que en horas ardientes de su tarea política, arrostró hasta las últimas consecuencias el disentimiento irreductible de la mayoría y la adversidad del destino, inició el mismo día de su sacrificio, una suerte de renacimiento mesiánico, una supervivencia cuyo contenido ideal se ha hecho más nítido y ha cobrado relieve creciente a medida que la república avanzaba por el camino de sus contrastes y experiencias.
Depurados los errores, serenadas las pasiones en que se debatió el conflicto, enjugado el dolor de la tragedia, queda necesariamente desplegándose en la Historia la confrontación de los motivos esenciales que le dieron origen. He ahí la segura e inexorable justicia del tiempo. Ella acentúa de continua a nuestros ojos, proyectándolo sobre la vivencia aleccionadora de los hechos, el agudo sentir del gobernante visionario, aquello que él percibió como problema capital de nuestra vida republicana y desiderátum de una administración ordenada y de una evolución coherente. La noción positiva de los poderes del Estado circunscritos a la función que es genuinamente propia, noción que por el peso natural de las cosas tiende a subrayar la necesidad del Ejecutivo fuerte cuando la función imprescindible de éste aparece amagada y entorpecida por la expansión morbosa del parlamentarismo, es adquisición que encuentra forjadores y antecedentes en los orígenes de nuestras instituciones: En Balmaceda tuvo un adalid y un mártir, y en las vicisitudes posteriores de la república, una experiencia de copiosas penalidades que no ha hecho sino evidenciar y acentuar su rigurosa y profunda necesidad. Lo que entonces fue clarividencia del estadista, sensibilidad y anticipación de un espíritu superior, ha entrado en el acervo común y es título que reivindica y enaltece su memoria.
Tuvo Balmaceda la visión y la pasión del bien público, y en este reconocimiento coincide el sentir de todo el país, que se asocia al homenaje de hoy y lo hace suyo.
EL MERCURIO
Santiago, miércoles 12 de octubre de 1949.
SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA DE BALMACEDA
Con ocasión del homenaje nacional que hoy se tributa a la memoria del Presidente Balmaceda, creemos oportuno reproducir la carta que el eminente diplomático y hombre público, señor Agustín Edwards, escribió en julio de 1935 a propósito de este homenaje entonces en proyecto. La carta del señor Edwards encierra en su brevedad una apreciación histórica de hondo significado. He aquí su texto:
Santiago, 11 de julio de 1935
Señor don Raúl Marín Balmaceda
Santiago, Teatinos 307
Mi querido amigo:
Le agradezco muchísimo su atenta carta de fecha de hoy y sus bondadosas expresiones en lo que concierne a mi salud ya, felizmente restablecida.
Con verdadero agrado he hablado por teléfono con el Director del diario para recomendarle la inserción en la edición de mañana de “El Mercurio”, del artículo de don Remigio Rojas intitulado “El monumento de Balmaceda”, pues me encuentro en el número de los admiradores de ese gran estadista, aun cuando en la época de la revolución de 1891 militaba entre los opositores y aún fui desterrado por la primera vez en mi vida.
Confieso con gusto que me equivoqué en aquella época y que si el país hubiera oído al Presidente Balmaceda y adoptado entonces el régimen presidencial que él preconizaba y que en verdad era el que consultaba la Constitución de 1833, nos habríamos evitado muchos años de anarquía y toda serie de revueltas en que nos vimos sumergidos durante los últimos diez años.
Voy a encomendarle a algunos de los redactores que dé expresión a estas ideas, las cuales habría tenido yo particular agrado en incorporar en un editorial, si los médicos no me tuvieran prohibido todo género de actividades.
Muy cordialmente los saluda a su afectísimo amigo
Agustín Edwards.