El 25 de septiembre de 1870 y luego de intensas negociaciones políticas que se concretaron con la formación de una gran coalición política para enfrentar las elecciones presidenciales del año siguiente, en el Club de la Reforma, un lugar de encuentro entre los liberales del país, se celebro la unión de diversas fuerzas como el Partido Nacional, el Partido Radical, el Partido Liberal, los reformistas y los progresistas, que se agruparon para enfrentar la intervención gubernamental de las elecciones, el rechazo a arreglos de candidaturas y la citación a una convención electoral para definir un candidato a la presidencia de la republica, entre todas esas colectividades también los unía los conceptos de la probidad política, en aquella celebración que se desarrollo con un banquete del cual asistieron 400 personas, hablo el futuro jefe de Estado quien deseo sus buenos sentimientos para la concreción de los objetivos que se plantearon entre todas aquellas fuerzas.
«El desarrollo de los sucesos políticos que celebramos en esta espléndida fiesta, es la expresión más enérgica del progreso que los principios republicanos realizan entre nosotros. No es por miras estrechas, es por un alto sentimiento de interés público, común á los partidos independientes, que hoy se levantan y se estrechan diversos grupos de ciudadanos alentados por una misma fe en la causa de los pueblos, por una misma esperanza en los futuros destinos de la patria.
La unión de los partidos sobre la base de sus intereses particulares, de círculo, como el señor Aldunate lo ha espresado muy bien, tiende necesariamente á la exaltación del personalismo, que sólo prospera allí en donde la libertad no existe ó donde la libertad desaparece. Pero la unión de los partidos en un mismo convencimiento para proclamar 6 practicar la libertad, consume y aniquila los pequeños intereses, para dar cabida en el espíritu á las nobles inspiraciones, y en los actos á los grandes deberes.
Siempre la reunión de partidos en el interés de sus pasiones, derramó sombras peligrosas en los horizontes de la política.
La reunión de influencias y de esfuerzos para (servir la libertad es, por el contrario, un principio de civilización, de fe cundas elaboraciones políticas para lo porvenir: es el iris que anuncia la paz en medio de los vapores que levantan las tormentas de la discusión, las agitaciones de los comicios, las luchas necesarias en la vida de los pueblos libres.
En la elección del primer magistrado de la República es tan interesados los buenos principios, el mejoramiento de las instituciones, el desaparecimiento de las personas por el aparecimiento de las ideas, de las nuevas prácticas, de los propósitos elevados, generosos, verdaderamente populares.
La Unión Electoral ha dado un paso notable en la senda de la libertad, acordando una gran Convención Electoral. Invitar á los ciudadanos independientes, & todos los pueblos, para que en una Convención elijan libre y espontáneamente al más digno, al más honrado, al ciudadano, en fin, que cuente con las simpatías y con el voto de la mayoría nacional, es hacer de la República una hermosa realidad, del pueblo el soberano de la nación.
La Convención Electoral es una necesidad de la época. El país ha progresado, señores, y las ideas políticas de buen gobierno, han adquirido cierta universalidad á la cual no resisten ya ni las costumbres, ni las preocupaciones de medio siglo. El pueblo, los círculos políticos independientes no quieren al Ejecutivo legislador, al Ejecutivo juez, al Ejecutivo nombrando herederos a la primera magistratura, al Ejecutivo ab dicando de sus deberes, para ser lo que no puede ser por la Constitución, lo que hoy no quiere el pueblo que sea, á pesar de los precedentes, de las viejas prácticas, de las pasiones 6 de los intereses de los partidos.
Sea el Ejecutivo una garantía constante del cumplimiento de la ley, sean los pueblos árbitros de su suerte y así, cual quiera que sea el resultado, se habrá salvado la situación, con honor para los que gobiernan, con provecho para la conveniencia pública y para la tranquilidad en general.
Por solemnes que sean las promesas oficiales, la lucha será, desigual, mientras subsistan en sus puestos los agentes de un régimen de gobierno que ha abierto hondas heridas en el corazón de los buenos liberales. Mas no nos toca medir las dificultades, sino vencerlas y arrostrarlas con ánimo entero, con voluntad resuelta.
Opongamos nuestras ideas á las ideas de nuestros adversarios, nuestras verdades á sus errores, y á las influencias vedadas de la autoridad, el ejercicio de nuestros derechos de hombres, de nuestras libertades de ciudadanos.
Las influencias del poder, de la fuerza, de la cohesión de los cómplices, son poderosas cuando se ejercitan sobre un pueblo envilecido; pero cuando se alzan en el seno de un pueblo que quiere y tiene la voluntad de ser libre, retroceden, se anonadan, como las olas del océano retroceden y se anona dan delante de las rocas eternas que ciñen nuestras riberas, para manifestarnos que, como ellas, la libertad y la justicia resisten eternamente á los embates de las pasiones y á las tempestades del más poderoso de los elementos.
Brindo, señores, por la unión de los partidos independientes en una idea liberal y regeneradora de nuestros hábitos políticos, porque sólo la libertad hace nobles los actos públicos, porque sólo la libertad hace grandes á los pueblos y felices á las naciones.»