Muere un hombre grande pero nace una pequeña obligación: la de imitarlo. Nada más difícil que despedir a mi entrañable amigo de siempre y socio del Estudio Jurídico por casi 30 años, Pedro Correa Opaso, que termina su tránsito por este mundo, con una vida que fue plena, exitosa, larga. Pero sabemos que la muerte, el hecho más solemne y seguro de la humanidad, no es el término de todo, sino que es el comienzo de todo, es volver al Creador, es encontrar la quietud y el destino definitivo. Todo esto Pedro lo sabía, estaba preparado y ahora, mientras nosotros estamos desolados, él está feliz o a muy poco tiempo de estarlo.
Pedro, durante su fructífera vida constituyó con Carolina, el amor de su vida, una sociedad impecable como fue el feliz matrimonio que originó una familia grande en número, pero especialmente, en valores, en principios, en virtudes. Él tuvo un notable éxito en la profesión de abogado porque fue estudioso, riguroso y se sacrificó. Además, fue conciliador como el que más y también peleador caballeroso cuando la negociación se frustaba.
Su pasión por el derecho y las leyes -tempranamente- lo llevaron a desempeñarse con singular maestría, donde se fabricaban las leyes, esto es, las comisiones del Senado de la República, donde Pedro desempeñó por largos años, como su Secretario, en épocas en que los legisladores gozaban de un sano prestigio. Posteriormente, perfeccionó sus estudios en Europa, en especial, en los Países Bajos, en La Haya, en temas económicos internacionales y en algo incipiente que recién estaba surgiendo como fue la integración económica en Europa.
Ya en esa época, rescatando el espíritu republicano y de servicio público de notables parlamentarios liberales del siglo pasado como Raúl Marín Balmaceda, Enrique Campos Menéndez o Hugo Zepeda Barrios, Pedro fue incorporado de lleno a los ideales y principios de la Fundación Balmaceda, siendo su Vicepresidente cuando era muy joven en los años 60 y Presidente a partir del año 1996 hasta ayer. A pesar de la escasez de recursos, la Fundación realiza algunas labores académicas, publica libros, promueve debate de ideas, labores de capacitación de jóvenes y sobre todo, en épocas álgidas, bajo la Presidencia de Pedro Correa, tuvo gran poder de convocatoria, a tal punto, que fue visitada por ilustres homenajeados como Ministros de Estado, parlamentarios, el Presidente Aylwin, el Presidente Lagos, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, la Presidenta Bachelet y el Presidente Piñera.
En los últimos años del Gobierno Militar, desde el nostálgico Partido Nacional, mientras algunos gobiernistas y opositores apasionadamente luchaban por el odio y la destrucción del adversario, Pedro también se la jugaba apasionadamente, pero por la reconciliación nacional, el respeto, el desarrollo del país, y la erradicación de la violencia, viniera de donde fuere. Con su rápida facilidad de escritura le cupo decisiva participación en la redacción del recordado Acuerdo Nacional, que con la participación del Cardenal Fresno y líderes de ambos sectores, facilitó una transición a la democracia, suave y ejemplar, por lo menos, en esos tiempos.
Posteriormente, aprovechando la experiencia legislativa que Pedro tenía, S.E., el Presidente don Patricio Aywin lo llamó a colaborar en sus 4 años, como Jefe Jurídico y Legislativo de La Moneda, en una legislación que conservó lo mejor de la política económica del gobierno anterior, pero con fuertes dosis de justicia social y participación ciudadana, con tal éxito,
que ese equipo gubernamental -según historiadores objetivos- hizo que ese Gobierno desde el año 90, fuera el de mayor crecimiento económico y social, hasta ahora.
En el aspecto profesional, el año 1995 formamos el Estudio Jurídico, uno de cuyos socios llegó a ser otro gran amigo nuestro, especialmente de Pedro, que ya partió hace algunos años, como fue el experimentado y brillante Andres Allende, además de otro abogado joven y prometedor como es su hijo, Pedro Correa Guzmán, después de lo cual, llegó a las alturas internacionales y empresas globales. En la última década, el Estudio Correa Puig, Agüero y Cía. ha colaborado activamente, en la atracción de inversionistas extranjeros a Chile, en áreas claves como la tecnología, la ingeniería, la agricultura, la energía eólica y fotovoltaica, el retail, etc. aparte de la filantropía, a través de la Fundación Dianova Chile, que hasta el día de hoy presidió Pedro, noble institución que procura combatir, disminuir y precaver el vicio de la la drogadicción en nuestra juventud. Al respecto, fueron muy recordadas las ponencias que hizo Pedro en reuniones europeas en que participaba esta Fundación.
Otro aspecto notable en lo profesional, que le correspondió desempeñar a Pedro fue el de las Primeras Comisiones Conciliadoras o Arbitrales entre el Fisco chileno y grandes empresas concesionarias de obras públicas, en donde le cupo la responsabilidad de ser su Secretario y asesor legal, es decir, colaborador directo de su Presidente don Máximo Honorato y de otros. En esa época más de algún abogado conocido de la plaza, pero desconocedor de este nuevo sistema de Concesiones, desfilaba por nuestro Estudio, a aprender lecciones del maestro Correa Opaso.
Sin embargo, Pedro, con la sencillez y espíritu bonachón y de servicio a los demás, que lo caracterizaba, prefería concentrase en su familia y evitar la vida social intensa. En cambio, él optaba por las cosas simples, la lectura, la meditación, las flores, la buena cocina, las gallinetas, los pavos reales, la puesta de sol en su casa de Los Vilos o la zambullida en la mar esquivando las rocas y espuma de las olas. Me acuerdo que en una oportunidad, a la Mónica y a mi, nos regaló no solo unos cuantos huevos de pavos reales, para llevarlos a Jahuel, sino que nos facilitó una maquinita curiosa que tenía para empollar esos huevos y que dieran a luz.
En fin, Pedro prefirió partir en la estación de las flores, precisamente, en medio del mes de María, que más de alguna vez, rezaba con su encantadora Carolina. Será por todo lo anterior, que estamos adoloridos en el alma y abrumados en el espíritu porque que nuestra cultura judeo-cristiana aún no ha podido superar y asumir en su momento, que el dolor y la majestuosidad de la muerte, es el hecho tan natural y obvio en que un ser querido se va antes que nosotros, en circunstancias que lo único cierto y definitivo en esta vida es que todos somos simples transeúntes y estamos en la fila, sin saber cuál es el orden.
Por último, pidamos por una cristiana resignación a su familia, legítimamente orgullosa de quien despedimos. Y a ti, querido Perico, gracias, por los largos años compartidos, por todo lo que me regalaste, me serviste, me enseñaste. Por eso, no podré contener la emoción y cada vez que pase frente a tu oficina vacía, se llenará mi alma para una plegaria por ti. Perdóname si alguna vez, no estuve a tu altura y sin querer, cometí errores. Me siento perdonado por ti al igual como el buen Señor, también nos perdona a todos, razón por la cual, más temprano que tarde, tú llegarás a la luz plena, a la felicidad verdadera y eterna. Descansa en paz.